La rodean miles de árboles enormes, verdes y frondosos. Bajo sus pies descalzos, siente la hierba húmeda y blanda. Lentamente, avanza entre los árboles, pensando en los miles de seres mágicos que deben vivir allí. Entonces respira hondo y se detiene a escuchar atentamente todo lo que le rodea. Miles de pájaros canturrean sin parar. También escucha el viento, que mueve las ramas de los árboles, provocando un sonido agradable y relajante. Ella, está en el paraíso... Su propio paraíso. Entonces echa a correr. Decide correr sin parar, hasta que le cueste respirar. Hasta que le quemen los pulmones. Y se estira en un prado, donde viven miles de mariposas. Allí, en su rincón mágico, piensa en esas mil cosas que quiere hacer. Y sí, No veo porque no decirlo, piensa en él.
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