Une leve brisca fresca ha entrado por la ventana de mi habitación, provocando-me un escalofrío que me despierta de mis dulces sueños. Poco a poco abro los ojos, me levanto y me asomo por la ventana. El cielo está encapotado de nubes grises, parece que va a llover. Cierro la ventana y voy hacia mi armario. Cojo unos tejanos oscuros, un jersey de color negro y mis viejas converse negras. En mi bandolera, meto: Mi cámara, una libretita, un boli, un permanente, mis auriculares y el móvil. Cuando salgo al pasillo y paso por delante de la habitación de mi madre, me asomo con cuidado. Está dormida. Poco a poco bajo las escaleras, sin hacer ruido. Estoy cogiendo las llaves, cuando una voz grave dice a mis espaldas:
- ¿Donde te crees que vas sin desayunar? ¿Sabes que es la comida mas importante del día, y que tu te la saltas cada dos por tres?
Es mi hermano Mario. Siempre diciéndome lo que tengo que hacer.
- Es que no a todos nos encanta tanto comer como a ti. Además, no tengo hambre...
Nunca he entendido como puede estar tan delgado. No conozco a nadie que coma más que él.
- Siempre lo mismo, no tengo hambre. Pues me da igual, ven aquí. Siéntate y come, o quieres que te haga como a los críos? Abre la boquita que viene el avión!
Entonces me coge de los hombros y prácticamente me arrastra hasta la cocina. Una vez allí me obliga a sentarme.
En la mesa hay dos vasos llenos de leche, el bote del colacao, cereales y pan. Me hecho colacao en la leche, cojo pan (solo), lo mojo en el vaso y me lo como.
-¿Enserio? ¿Pan con pan? Joder Angela... que sosa que eres.
- ¿Quieres que coma? Pues cállate de una vez.
Él se acaba su vaso de leche, después de haberse comido casi la bolsa entera de cereales. Hermanos, y tan diferentes... no lo entiendo.
Se levanta, coje el vaso y lo pone en el lavaplatos. Se acerca a mi por la espalda me coge de los mofletes y me dice:
- Así me gusta hermanita, come y algún día dejaras de ser una enana.
- ¡Suéltame imbécil!
Entonces lentamente acerca su asquerosa lengua llena de babas a mi mejilla, y me da un lametón. Odio sus besos de vaca. Cuando me suelta, me levanto corriendo y lo persigo hasta el salón, donde se pone al otro lado del sofà.
- ¿Que pasa? ¿Tienes miedo de la "enana"?
-¿Yo, miedo de ti? hahahaha pero si sabes que no puedes con migo, Ángela.
Entonces salto por encima del sofá, lo agarro de los brazos y forcejeo con él hasta que caemos al suelo. Vamos dando vueltas, hasta que consigo ponerme encima.
- Niños, ya tenéis una edad... ¿no podéis estar juntos sin mataros?
Dice mi madre desde la puerta del salón, con una sonrisita burlona dibujada en la cara.
Entonces, Mario me desequilibra, y se pone él encima.
- ¡Mario! ¡ suéltame! ¡Te odio!
- Angelita, Angelita... si no te portas bien y me dices lo mucho que me quieres, no te pienso soltar.
Entonces llega mi madre, le pega un empujón y me ayuda a retenerlo contra el suelo. En ese instante me agacho, y le doy uno de sus queridisimos besitos especiales, mientras el pone una mueca de asco.
1 comentario:
texto tan especial
Este texto describe perfectamente lo que sois tú y el, lo que hacéis constantemente pero sobretodo lo que no quieres perder.
Tequieroo feeiitaa <3
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