Siento la tierra húmeda bajo mis pies descalzos. Miles de árboles me rodean, mientras yo corro sin parar. Corro sin miedo, sin prisa... Hasta que sin motivo alguno decido pararme. Respiro hondo y escucho el silencio que me rodea. Entonces escucho un sonido. Sigo ese sonido relajante, hasta que me encuentro en la orilla de un río de agua limpia y clara. En él, veo mi reflejo. Mi pelo castaño cae largo y ondulado sobre mi espalda, acariciándome. Mis mejillas están sonrojadas, y resaltan mi palidez. Mis ojos cambian de un color verdoso, a un color plata. Con la punta de mis dedos, acarició el agua. Poco a poco voy metiéndome y noto como mis pantalones cortos se empapan ronzando mis piernas. Cuando el agua me llega por los hombros, me hundo. Bajo el agua, abro los ojos y sigo nadando. Cuando llego al centro del rio, me dejo flotar boca arriba. El cielo azul parece pedirme que salga volando hacia él. Me siento libre, lejos de preocupaciones. Lejos de problemas sin solución. Lejos de obligaciones... Me siento en un mundo perfecto para mí, donde no tengo que dar explicaciones a nadie.
1 comentario:
Un relato muy sincero que te hace viajar por tu mundo y por tu corazón... hasta el infinito...
Te quiero y me encanta <3
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