Cuando bajamos a la calle, se saca unas llaves del bolsillo. Hay que decir que está muy guapo montado en esa bonita moto. Me mira con esos ojos increíbles mientras le da gas. Entonces yo le digo en tono burlón.
-Vaaaaya, ¿tambien eres un rebelde motero?
- Yo soy todo lo que tu quieras.
- Me gusta esa idea...
- Cállate y sube.
- Lo siento Italiano... Solo me montaré en esa moto si conduzco yo. - Le digo guiñándole un ojo.
- Que yo sepa en las pelis que os gustan a las chicas es el tio el que conduce.
- Ya... pero yo no soy como las demás. Yo dirijo mi propia peli, ¿sabes?
- Pues princesa, te recuerdo que no conoces las calles de Roma. ¿Es que quieres que nos perdamos?
- No me llames así, Italiano. ¿Perdernos? ¿No te parece buena idea perderte con migo?
- Conduces tú.- Me dice con una enorme sonrisa pícara, mientras se pone el casco.
Me acerco, me pongo el casco que me da y me subo a la moto. Justo en ese momento, Lucca acaricia con sus manos mis caderas. Sin poder evitarlo, me estremezco. Arranco la moto y aquí empieza de verdad mi nuevo viaje. En ese justo momento empieza mi nueva vida.
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